Zoraya ter Beek, una joven de 28 años de Oldenzaal, en los Países Bajos, ha vuelto a poner sobre la mesa el tema controvertido de la eutanasia, especialmente en el contexto de los problemas de salud mental.
Su decisión de poner fin a su vida debido a la depresión, el autismo y un trastorno de personalidad ha generado discusiones sobre el alcance y los límites de la eutanasia en situaciones no terminales.
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Ter Beek ha compartido abiertamente sus motivos para elegir la eutanasia, mencionando el agotamiento de las opciones de tratamiento y la falta de mejoría en su salud mental.
Aunque su decisión ha sido respaldada por su psiquiatra y el sistema legal de los Países Bajos, su testimonio revela el sufrimiento extremo que algunas personas enfrentan debido a enfermedades mentales.
El procedimiento de eutanasia, que incluye la administración de un sedante seguido de un fármaco que detendrá su corazón, está sujeto a estrictos controles y evaluaciones para garantizar su cumplimiento con la ley.
Sin embargo, Ter Beek ha expresado su temor al proceso y a lo desconocido después de la muerte.
«Tengo un poco de miedo a morir, porque es lo más desconocido», indicó Ter Beek.
La historia de la joven destaca un fenómeno más amplio en Occidente, donde algunas personas optan por la eutanasia debido al sufrimiento mental que consideran insoportable.
Este tema plantea interrogantes éticos y sociales sobre el acceso a la atención médica mental, así como sobre el papel de la sociedad y los profesionales de la salud en el cuidado y apoyo de quienes luchan con enfermedades psiquiátricas.
«Veo el fenómeno especialmente en personas con enfermedades psiquiátricas, y especialmente en jóvenes con trastornos psiquiátricos, donde el profesional de la salud parece abandonarlos más fácilmente que antes», dijo Stef Groenewoud, especialista de la Universidad Teológica de Kampen.
Cabe señalar que Zoraya es de los 700 pacientes psiquiátricos en territorio neerlandés que han solicitado la eutanasia al Centro de Expertos en Eutanasia argumentando un «sufrimiento desesperado e insoportable».
El Gobierno neerlandés señaló que entre 2012 y 2021 casi 60.000 personas fallecieron por voluntad propia.