Hoy se cumplen cuatro años desde la partida de Diego Armando Maradona, una leyenda que marcó para siempre la historia del fútbol. Nacido el 30 de octubre de 1960 en Villa Fiorito, Buenos Aires, Maradona emergió como un símbolo de talento puro y perseverancia desde sus humildes inicios.
Comenzó a brillar a los 10 años en Los Cebollitas, el equipo infantil de Argentinos Juniors, donde su habilidad deslumbró a todos. Su debut profesional llegó en 1976, a los 15 años, con Argentinos Juniors, marcando el inicio de una trayectoria que lo llevaría a la gloria. Más tarde, pasó a Boca Juniors, equipo con el que se consagró campeón del torneo Metropolitano en 1981, consolidando su lugar como una promesa del fútbol argentino.
En Europa, dejó su huella en el Barcelona, pero su verdadero apogeo llegó con el Napoli. Allí, no solo ganó títulos históricos, sino que se convirtió en un héroe para una ciudad que lo adoptó como su propio hijo. Con la selección Argentina, alcanzó la cúspide en el Mundial de 1986, donde su talento le dio a Argentina su segundo título mundial, regalando momentos inolvidables como el «Gol del Siglo».
Diego no fue solo un futbolista, sino un fenómeno cultural, un ídolo que trascendió fronteras y generaciones. Su carisma, pasión y conexión con el pueblo lo convirtieron en una figura inmortal. A pesar de las dificultades en su vida personal, su legado en el deporte permanece intacto.
A pesar de sus problemas fuera de las canchas, hoy el mundo lo recuerda no solo como un jugador excepcional, sino como un símbolo de lucha y de amor por el fútbol.