La falsificación de medicamentos es uno de los desafíos de salud más urgentes para la próxima década en el mundo.
Ningún país tiene los recursos suficientes para abordarlo de manera aislada, por lo que es crucial fortalecer las cadenas de suministro y el acceso a productos médicos seguros y eficaces mediante mecanismos como el Sistema Mundial de Vigilancia y Monitoreo de la OMS.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), dos mil millones de personas carecen de acceso a medicamentos esenciales, lo que facilita la circulación de productos adulterados cuya ingestión puede provocar desajustes en la salud de los usuarios y poner en riesgo su organismo.
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La agencia sanitaria de la ONU advirtió que estas medicinas pueden contener cantidades nulas o incorrectas de ingredientes activos, representando un peligro significativo para la salud pública.
Actores como el comercio electrónico de medicamentos a través de fuentes no autorizadas y la complejidad de las cadenas de suministro globales contribuyen a la distribución de estos productos no autorizados.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, subrayó; «La importancia de adquirir fármacos únicamente a través de farmacias aprobadas y bajo la supervisión de profesionales de la salud para garantizar la seguridad y eficacia de los tratamientos».
La OMS remarcó que cuando los medicamentos no funcionan como deberían, no solo fallan en tratar o prevenir enfermedades, sino que también provocan una pérdida de confianza en las medicinas y en los proveedores de atención médica. Este fenómeno genera un impacto socioeconómico negativo, contribuyendo a la pérdida de productividad y añadiendo costos al sistema de salud.